La gran vidriera

Todas las espectaculares contingencias que se dan cita en la gran vidriera de nuestra pintoresca actualidad se exhuman en los siguientes títulos.

ANGELITOS MILONGUEROS.

Se los puede encontrar -vibrantes y nostalgiosos- en su legendaria esquina de Rivadavia y Rincón.

Decididos a interceptarse con el gran mundo del espectáculo , forjaron su propio paraíso en la Tierra, concibiendo un show palpitante , para que nadie pueda dejar de decir que no hay angelitos que por bien no vengan .

Transformaron su tradicional reducto en un salón imponente, llenaron de brillo sus alegóricas alas y se complicitaron con fuelles, teclados, contrabajos y violines para instituir de un modo proyectivo y radiante la gran ceremonia del tango.

Ningún pletórico detalle se les escapó a estos angelitos milongueros. Vistieron de gala a su ampuloso salón, prestigiaron sus mesas con un menú suculento y volcaron sobre su escenario todos los artilugios de una revista musical tan creativa y rutilante como solo podría inventar una cuadrilla de diplomados ángeles milongueros.

Un staff venturoso del dos por cuatro conformado por Luis Pereyra, Nicole Nau, la orquesta de señoritas de Juanita Cacace, un pujante grupo de bailarines y algún invitado sorpresa como Guillermo Galvé, convierten el escenario en una fiesta de formas y colores tan creativa que -en rigor de verdad- sería una lástima perderse.

La cita es, por supuesto, en la mitológica ochava de Rivadavia y Rincón donde la realidad sigue conviviendo con la fantasía., como corresponde a ese irreductible y eterno “Café de los Angelitos�.