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TEXTO La Nacion De orilleros de ayer a tangueros de hoy

Date: Lunes, Juno 18 2007
Topic: Archiv 2007

De orilleros de ayer a tangueros de hoy

La resurrección largamente esperada por los vecinos y los dos angelitos de yeso -hoy reconvertidos en esculturas de piedra- que custodian la entrada podría llegar en dos meses. La habilitación municipal -demorada por el efecto posterior a Cromagnon- de El Café de los Angelitos, reedificado en la esquina de Rivadavia y Rincón, pondrá en marcha un proyecto cultural y gastronómico que comporta la recuperación de un símbolo del patrimonio tangible e intangible de Buenos Aires.

Fundado en 1890 con el nombre de Bar Rivadavia, por el italiano Batista Fazio, según la buena memoria de Ricardo Ostuni -ex director de Radio Ciudad y autor de "Fundación mítica del tango"-, aquel galpón de piso de tierra fue testigo del transcurrir de bohemios, payadores, músicos, orilleros, tangueros, poetas e individuos de vivir a contramano. Hubo entre los asiduos del café nombres destacados de la política y la cultura. Carlos Gardel y José Razzano; Florencio Parravicini; "El Negro" Gabino, payador del "Himno a Paysandú"; Juan B. Justo, Alfredo Palacios, José Ingenieros...

En 1992, cuando su último dueño, Germán Lozada, decidió su cierre, los vecinos sintieron que con la demolición, que ocurrió a 100 años de su fundación, sobrevendría la pérdida irreparable de una parte de la memoria urbana. Y ahí nomás, entre los escombros, le nació al barrio un anhelo de recuperación simbólica. Quizá, como se reflexiona en "Voces recobradas", la publicación del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, la globalización fue llevando a las comunidades a volver la mirada hacia los residuos de tradiciones locales, hacia la necesidad de reivindicar lo que identifica en ese océano cultural tan ancho como ajeno. Cuenta Ostuni que Gardel firmó su primer contrato con el desaparecido sello Odeón en El Café de los Angelitos y que celebró el triunfo de uno de sus caballos en el Hipódromo de Palermo con un puchero criollo que duró hasta la madrugada. Radicales y socialistas animaron tertulias en aquella época en que el debate enriquecía las ideas.

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El nuevo Café de los Angelitos procura preservar esa mística que hace de Buenos Aires una ciudad tan eterna como el agua y como el aire, en palabras de Borges. Un grupo empresario del sector gastronómico, integrado por españoles radicados en la Argentina, descendientes de inmigrantes asturianos y argentinos, según contó a LA NACION el director comercial del proyecto, Jorge Tejada, es el responsable del nuevo café-restaurante que tendrá "1500 metros cuadrados, tres plantas, tango en vivo y exposiciones temporarias de fotografías y pinturas". En sus paredes, habrá 600 imágenes de momentos imborrables. Sus integrantes ya han apostado, por ejemplo, a la recuperación de un bar notable como Las Violetas, otro exponente vivificado del patrimonio cultural porteño.

La ministra de Cultura porteña, Silvia Fajre, no descarta que en el corto plazo El Café de los Angelitos se integre a la selecta lista de los 53 bares notables de Buenos Aires. Esos exponentes culturales se destacan por su valor arquitectónico o histórico, su rol cultural y su vinculación con la comunidad, según explicó la directora general técnico-legal del área cultural, María Antonia Bychowiec. Los bares notables reciben ayuda financiera para obras de restauración o asesoramiento técnico del gobierno porteño, que incluso promueve en ellos actividades culturales, de acuerdo con un presupuesto anual.

Por derecho propio El Café de los Angelitos bien puede decir que en su piso de tierra nació esa "danza ritual que alguien llamó tango". Y como agrega Ostuni, "acaso fuera Dios quien lo dispuso en esta latitud y en aquel tiempo".

Por Susana Reinosos









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