Tangofolklore

TEXTO Prensa La Nación / María Esther Gilio/ Orestes

Date: Lunes, Febrero 04 2002
Topic: Archiv 2002

Texto de Prensa:

         Nicole Nau  es un caso fuera de lo ordinario, nacida en Alemania, sintió un día tal atracción por el tango que decidió trasladarse al país que es su cuna: Argentina.  Allí, en muy poco tiempo,  logró trasformarse en una de sus representantes, no solo para la Argentina sino también para el mundo.

         Nicole Nau no eligió –como la mayoría de la gente de teatro-  el centro de Buenos Aires para vivir. Vive en Bernal, una ciudad que está en la provincia lejos del ruido y del humo. “A Luis y a  mí nos gusta el verde, la vida sencilla. Queremos ver el campo. Ambos amamos la paz”, dice Nicole.

         Esto es fácil de comprobar si se conoce su casa cálida y acogedora, con una cocina donde se mezclan mates*   de  todas partes de Argentina con los frascos y otros pequeños objetos que Nicole arrastró desde su tierra natal: Alemania.  Le pregunto  cómo se siente en este barrio alejado del centro, sencillo y silencioso. Nicole responde con su español, rico en palabras aunque marcado por su lengua madre.  “Ah, mira, este es el lugar que volvería a elegir. Por el entorno natural y por los vecinos humildes y encantadores. Desde la terraza en la que pasamos largas horas podemos disfrutar del verde y de los pájaros. Aquí muchas veces prendemos el fuego y nos sentamos a escuchar una de las músicas que más nos seduce: folklore argentino.

         Nicole, nacida en Dusseldorf en 1963 viajó a la Argentina después de cumplir los 24 años pues decidida a convertirse en una bailarina de tango consideró que era imprescindible conocerlo tal como se bailaba en Argentina. Le comenté de mi dificultad para ver cómo una alemana llega a entusiasmarse con el tango.  “Tenía 24 años cuando, por primera vez me enfrenté con el tango. Fue en mi ciudad natal, Dusseldorf. Yo entré a un estudio de danza y escuché una música que me resultó impactante. Era un tango tocado por la orquesta de Juan D’Arienzo. Recuerdo, como si fuera hoy, ese momento, cómo me llamó la atención esa música que nunca había escuchado antes y que de alguna manera confirmaba mi deseo de bailar, deseo que se venía manifestando en mí desde hacía un tiempo.  Escuché el tango y sentí que era esa la música que yo quería bailar. Tan fuerte fue este sentimiento que unos meses después estaba sacando un pasaje a la Argentina.  Pues pensé que para bailar aquella música debía entender, de manera profunda, la cultura a la que pertenecía, así como la gente que la creaba, que la tocaba y la bailaba.  Estuve un tiempo en la Argentina. Volví a Alemania y dos  años después, en 1989 volví para radicarme.

         Nicole  considera que una de las cosas que diferencia al tango de otras músicas es la gran posibilidad de expresarse que este da a quien lo baila.  “El tango puede ser denso, triste, alegre. Lo importante es la posibilidad que nos da de realizar una coreografía libre. Esta posibilidad  desata la imaginación de quien baila y le permite una creatividad que no se da en otras danzas”, dice.

         Nicole, que, evidentemente, siente el tango como si hubiera nacido en estas tierras, tiene ideas muy claras sobre cómo debe ser interpretado. Considera que no está bien bailar “lo que se siente”, ignorando la música. “Lo grave –y esto no pasa solo con el tango- es que, cada vez  con más frecuencia se usa la música como fondo sin tener en cuenta la estrecha relación que debe haber entre la música y lo que se danza. Creo que uno tiene que sentir lo que baila, pero sin olvidar el respeto que se debe a  la música que se está bailando, la cual debe ser leída como si se tratara de una partitura”,  dice Nicole.

         Es curioso comprobar que las ideas de Nicole respecto al tango, que contradicen lo que piensan muchos argentinos, han empezado a ser aceptadas. El tango en la Argentina se baila casi sin excepciones, con los cuerpos de la pareja muy pegados entre sí. El hombre suele estrechar muy fuertemente a su pareja en lugar de simplemente tomarla para bailar. Es frecuente que utilice esta modalidad, más que para bailar, para seducir a la mujer.  Nicole no acepta que esta costumbre se transforme en regla inviolable. Piensa que quienes consideran que el tango sólo se puede bailar con los cuerpos juntos, confunden el espíritu del tango con el del bolero. El bolero nos mueve hacia la intimidad y la calma.  “El tango tiene mucha fuerza, mucha energía, mucho ritmo”, dice.  Y también: “Yo me sentiría muy frustrada si a partir de ese obligatorio abrazo tuviera que limitar mis movimientos. Pero, además, bailar abrazada nos conduce a dejar de lado la música. ¿Y, no es la música la base de la danza?”

         Otro de los pensamientos que ha elaborado Nicole sobre el tango contradice uno de los juicios más compartidos sobre este. Aquél que  afirma que el tango es triste, que posee la tristeza que trajeron los emigrantes que debieron abandonar sus tierras para venir a la Argentina. A tal extremo esta idea aparece, en el imaginario colectivo que se ha inventado una frase que es descriptiva del hecho: “El tango es un pensamiento triste que se baila”.  Dice Nicole: “Cuando entro a una pista de baile y veo   esas expresiones dramáticas en los rostros de los bailarines, entiendo finalmente lo equivocada que estuve cuando acepté las ideas que me trasmitieron quienes transitan el  mundillo del tango”. “El tango no es siempre triste; no es necesariamente triste. Decir esto es erróneo, y más que erróneo es deshonesto. Hoy, habiendo investigado directamente en la música, en lugar de aceptar lo que me decían, sé cómo es el tango”.

         Si algo se puede decir de Nicole es que el lugar que ocupa en la escena argentina lo ha ganado sin renunciar jamás a su sinceridad. Dice lo que piensa sobre los porteños **.  “El porteño es agrandado, machista y soberbio. Gracias a Luis, (con el cual  integra  hoy una pareja teatralmente reconocida: Nicole Nau& Luis Pereyra),  pude entender que no son así todos los argentinos, el hombre del interior, el provinciano, es modesto y amable”. Estas discrepancias sobre temas caros a los argentinos nos lleva a preguntarle sobre la relación con los  del ambiente que ella frecuenta. Ella dice que hoy es muy respetada en la Argentina, pero que no fue fácil escuchar al poco tiempo de llegar a algunos colegas   diciendo que no iba a alcanzar lo que se proponía pues no era   de allí.   “Pude, claro, pero tuve que pagar derecho de piso”, dice.  Sin embargo a los dos años de vivir en la Argentina ya era considerada una profesional valiosa. La vemos debutando en el Café Homero y a continuación en el Teatro Colón. Su carrera, hoy, a trece años de su primera presentación como profesional en Argentina se puede catalogar de brillante. Pero no solo en Argentina sino en Europa y América Latina. El estreno de “Orestes el último Tango”, dirigida por Oscar Araiz donde actuaban ella y Luis Pereyra (este último autor de una obra muy aplaudida “El sonido de la Tierra”), estrenados en WMTF, Festival de los Países Bajos, confirmó sus anteriores  éxitos. Leer la lista de sus actuaciones, direcciones y producciones muestran  su importante situación actual.  Sus innumeros trabajos en Europa y Sudamérica permiten ver los espacios que sin pausa se han abierto para ella.









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